Érase una vez un político que sentía cierto regusto en alargar las palabras y las frases. De esa forma demostraba lo mucho que sabía, a pesar de utilizar términos carentes de significado.
Poco a poco, los medios de comunicación que iban a las ruedas de prensa, transcribían literalmente sus palabras. A los ciudadanos nos llegaban por dos medios: en directo, a través de la radio y de la televisión, y en formato impreso, a través del periódico y de las revistas.
En la lengua sucede lo mismo que con las modas. Al principio no te gustan, pero conforme las vas viendo (en los grandes almacenes prácticamente todos los escaparates son similares unos a otros) te vas familiarizando con ellas. Y al final te compras ese pantalón, con esa forma y en ese color que no te gustaba, pero no has tenido opción de elegir entre la “variedad homogénea”.
En el lenguaje hablado se produce un proceso similar. Al principio te rechina el vocablo, pero el bombardeo mediático termina por calar en la conciencia y cuando queremos decir explotar lo sustituimos por explosionar.
Es mucho más sencillo conjugar el verbo explotar que explosionar.
“Ha explotado una bombona” /// “Ha explosionado una bombona”*
“Exploté en un arranque de ira” /// “Explosioné en un arranque de ira”*
Otros ejemplos de palabras alargadas sin sentido sería la utilización de:
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Peligrosidad →Peligro
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Intencionalidad → Intención
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Tensionar → Tensar
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Casuística → Causa
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Institucionalizar → Instituir
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Recepcionar → Recibir
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Influenciar → Influir
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Influenciación → Influencia
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Teorización → Teoría
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Teorizacionar → Teorizar
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Direccionar → Dirigir o Remitir
Curiosidades de la lengua. Parece que cuanto más larga sea una palabra más se sabe de lo que se está hablando o más profesional se es. Desde luego mis “alargamientos favoritos” son aquellos que acaban en –cionar o en -izar (para verbos) y en –zación (para los sustantivos).
Concretización*, concretizar* y concretizado* son alargamientos innecesarios, cuando tenemos palabras tan bonitas como concreción, concretar y concreto.
Consejo: sospecha de una palabra excesivamente larga. Recuerda que en la lengua siempre “menos es más”.
¿Conoces otras palabras alargadas de forma innecesaria?
Si alguna palabra te suena extraña, no dudes en compartirla con nosotros.
¡Nos encantan las palabras extrañas!
Siempre he odiado cuando los políticos hablan de la «ciudadanía». Es una palabra vacía y de todo menos bonita. In my opinion!
¡Hay tantas palabras que utilizan mal y que se inventan que se les puede poner un monumento de atropello a la cultura!
Pensaba que el vocablo argumentario es del estilo de los «alargados», pero veo que se contempla como artículo nuevo en la próxima vigésima tercera edición. O sea, que al parecer muchos de ellos terminan incorporándose a nuestro diccionario, y seguirán siendo palabras alargadas sin sentido, pero correctas.¿Es así?
Hola, Francisco Javier.
Efectivamente, la palabra «argumentario» va a ser aceptada por la RAE en la próxima edición con la siguiente definición: «Conjunto de los argumentos destinados principalmente a defender una opinión política determinada».
Es decir, su palabra más concreta y específica sería: «Argumentación». Así que argumentario es una palabra correcta y aceptada por la RAE, aunque alargada sin sentido porque tiene su equivalente específico en argumentación.
No obstante, la RAE no solo tiene un poder prescriptivo, sino que en muchas ocasiones cumple una función social. La lengua con el tiempo va cambiando y la RAE detecta los usos sociales y se va adaptando a estos. Hace poco incluyó nuevas palabras al diccionario como amigovio, palabro, almóndiga, culamen, pompis, descambiar, uebos, arremangarse, albericoque, toballa, apartotel, quitaipón.
Algunas se han incluido en el diccionario debido al uso social y en otras como en almóndiga se especifica que son variantes antiguas, consideradas actualmente como vulgares siendo correcta la palabra albóndiga. Por ejemplo, la RAE aceptó «he imprimido» cuando está el participio irregular de «he impreso».
Miles de saludos.